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    Hoy en día muchos tienen la fe del carbonero, bien porque 
    necesitan creeren algo en su desesperación o bien porque se dejan arrastrar por la
 comodidad del no tener que pensar, de conformarse, y de tener un
 carácter enteco.
 
 Profesan una fe laica incuestionable e inquebrantable, lo que se
 denomina fideísmo. Son más aquellos que hoy en día ignoran las razones y
 sostienen que pueden llegar al conocimiento a través de la fe y no de la
 razón, que no es necesario razonar para creer, porque ya otros antes les
 han hecho el favor. Y acaban entrando en una lógica circular, improductiva
 y sin escapatoria.
 
 Se cree en algo por fe y por fe se cree en algo. Y por esa fe profesada al
 nuevo líder remedo de un dios menor.
 
 Se cuenta que la frase proviene de una anécdota de un obispo de Ávila del
 siglo XV llamado el tostado que mantenía unas opiniones un poco atrevidas
 para la época. En su lecho de muerte ante el confesor que le preguntaba por
 su fe cristiana le acabó confesando: *Yo, ¡como el carbonero!* El
 carbonero aludido por él era muy conocido en Ávila. Se cuenta que, en
 cierta ocasión, le preguntaron:
 
 -¿Tú en qué crees?
 
 -En lo que cree la Santa Iglesia.
 
 -¿Y qué cree la Iglesia?
 
 -Lo que yo creo.
 
 -Pero ¿qué crees tú?
 
 -Lo que cree la Iglesia...entrando en bucle.
 
 Actualmente, la frase se utiliza para referirse al tipo de fe que ignora
 las razones e incluso las evidencias.
 
 Tener la fe del carbonero supone renunciar a ser adulto, a cuestionarse
 y cuestionar las creencias, es decir, renunciar pensar por uno mismo, a ser
 adulto, en definitiva, en atreverse a pensar.
 
 
 Referencia http://diasyfrases.blogspot.com.ar/
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